martes, 22 de marzo de 2011

Capitulo 1 "JUST A I LOVE YOU"

CAPITULO 1

-Bueno chicos, esto es todo por hoy. Recuerden que la semana que viene hay exámenes. Espero que podamos superar los aprobados del examen anterior, ya que fue un poco desastroso.
Salí en dirección a la cafetería para encontrarme con mi grupo de amigos. Eche un vistazo por las mesas y enseguida los divisé.
- Como estas Belly Bells. ¿Cómo te han ido las clases hasta ahora?- Preguntó Emmet.
-Bien, no me puedo quejar. Hay días peores. ¿Y vosotros que tal?
- Bien.- Contesto Rose.- Se acerca el baile de primavera, podríamos ir al centro comercial para ir viendo vestidos. No podemos dejarlo todo para última hora, Bella. Nos quedaremos con lo peor.- Lo dijo haciendo una mueca de desagrado con la cara.
- Esta semana estoy muy liada, tengo examen de biología la semana que viene, pero me puedo tomar un descaso el sábado. ¿Qué te parece?
- Mejor eso que nada. Dijo ella.
- ¿Te quedaras esta tarde también en la biblioteca?
- Si, prefiero estudiar aquí. Hay más silencio que en mi casa.
- Bien, entonces ya nos vemos mañana ¿no?
- Si. - Se despidieron cuando salían de la cafetería para volver a sus clases.
Normalmente siempre me quedaba en la biblioteca para estudiar, ya que en mi casa en el momento que mi padre llegaba del trabajo, ponía la televisión a todo volumen y no había quien se concentrara.
Pero desde hacía poco más de una semana que algo me hacia ir a la biblioteca además de mis estudios. En el lugar donde siempre se sentaba, había una nota dirigida a mí.
Al principio pensaba que era una broma pesada de Tanya y sus secuaces, pero ya estaba empezando a dudar. Que chica de diecisiete años no sueña con tener un pretendiente. Aunque éste sea anónimo.
La campana de la última clase sonó, y fui directamente a la biblioteca. Y como todos los días desde había una semana y media, una nota estaba sobre la silla.
Tomé el sobre en mis manos y saque el pequeño papel que estaba doblado por la mitad.
“Cada día te ves más guapa y cada día me cuesta más apartar mis ojos de ti”.
Si tan solo supiera quién era… pensé para mí.
Puse mi mochila sobre la mesa y comencé a sacar mis libros. Cuando la puerta de la biblioteca se abrió. No hizo falta que me girara, para saber se quien se trataban. Las pocas féminas que se encontraban en la biblioteca comenzaron a suspirar cuando Edward Cullen entró. No entendía que era lo que se le perdía en la biblioteca, pero llevaba más de un mes viniendo regularmente todas las tardes. Se sentaba en la punta opuesta  de donde yo me encontraba y se tiraba toda la tarde allí. Aún seguía allí cuando yo me marchaba. Ninguno de los del bando Cullen pisaban la Biblioteca, solo lo hacían  para lo más estricto y necesario. Pero al parecer el estaba creando moda. Desde que parte del instituto y por parte me refiero a las chicas, se enteraron de que Edward Cullen estudiaba en la biblioteca del instituto, cada día se veía más abarrota y como consecuencia a eso había más ruido.
Si no fuera porque en realidad me picaba el gusanillo de saber quién era el que me dejaba las notas hubiera dejado de venir en el momento que la silenciosa biblioteca se convirtió en un murmullo continuo.
Pero mi desespero por concentrarme era mayor que las ganas de conocer a mi admirador. Sabiendo que lo más posible es que fuera una broma de las brujas de Forks.
Esa tarde en concreto la gente estaba más habladora de lo normal. Mi paciencia llegó a un límite cuando dos chicas se sentaron en mi misma mesa, ya que tenían mejor vistas hacia Edward, según lo que ellas habían dicho. Abrieron sus libros y así los dejaron durante más de veinte minutos que estuvieron hablando de lo guapísimo que era Edward. Me harté. Por lo que recogí mis cosas. Pero antes de irme tenía algo que hacer.
- Podrías hacer que tu sequito de seguidoras se fueran a la mierda. Hay gente que viene a la biblioteca a estudiar y por tu culpa no lo podemos conseguir. – Le dije a Edward bastante mosqueada.
- Te molesta mi presencia.
- ¿Tu presencia? No te voy a decir por donde me paso tu presencia. Las que me molestan son estas.- Dije señalando la estancia en general.- Que no dejan de hablar cuando deberían estar estudiando.  Desde que te pareció divertido pasar las tardes en la biblioteca has fastidiado ha bastante gente.
- También tengo derecho de venir a la biblioteca ¿no?
- Desde cuando los Cullen vienen a estudiar a la biblioteca. Te puedo decir que llevo viniendo desde segundo grado y no aparecéis nunca. Y ahora de repente…. Estas aquí.
- Yo no tengo la culpa de que ellas me persigan.
- Y yo tampoco, pero ahora tendré que buscar un sitio tranquilo donde estudiar.
- ¿Por qué?- Pregunto.
- Porque con este ruido no hay quien estudie. Dije dándome la vuelta.
Salí al aparcamiento y me acerqué al coche. Antes tenía una vieja Chevy de mi abuelo, pero la pobre murió hace poco más de seis meses. Mi padre me sorprendió con un coche nuevo para mi cumpleaños. Al parecer era mi regalo de graduación adelantado. En realidad mi padre me confesó que parte del dinero con el que había pagado el coche era la generosa cuota mensual que mi madre me mandaba desde que se fue de casa, para casarse con un antiguo amor de juventud. Nos dejo a mi padre y a mí en la estacada por puro capricho suyo. Se pensaba que mandándome ese dinero lo arreglaría todo, pero las cosas no eran así. Le di libertad a mi padre para que usara el dinero en el que el creyera competente. Por lo que usó algo más de la mitad del dinero para el coche. Lo que restaba, sería una ayuda para mis estudios.  Me había comprado un Colt CZC, descapotable. Era pequeñito pero ideal para mí. Aunque tenía cuatro plazas las de atrás eran bastante pequeñas por lo que apenas las usaba.
Eche mis trastos al asiento del copiloto, me puse el cinturón y fui en busca de un sitio tranquilo.
Conduje por la carretera 101 de Forks como unos cuantos o cinco kilómetros, cuando vi un camino que se apartaba a la derecha. No estaba  en mal estado por lo que no tuve problemas en pasar con el coche. Llegó un momento que no podía avanzar más, aparqué el coche a un lado del camino, dejando suficiente hueco como para que pasara otro coche en el caso de que eso ocurriera. Tomé mi mochila y caminé por el sendero que se veía a la izquierda. No caminé mucho cuando me encontré con un prado enorme y precioso. Estaba lleno de florecillas moradas. Hacía un contraste increíble con el verde de la hierba. No había llovido en días, por suerte, por lo que el suelo no estaba húmedo, un punto a mi favor.
El sol se escondía tras las montañas cuando decidí que era hora de volver a casa, no quería que se me complicara la vuelta al coche.
Aún quedaban algunos rayos de sol cuando aparqué delante de casa.
Subí a mi habitación a dejar la mochila y la chaqueta. Fui a la cocina a hacer la cena antes de que llegara mi padre de trabajar.
Preparé filetes de pechuga rebozados con ensalada. Estaba poniendo la mesa cuando apareció por la puerta.
- Hola. Me saludó.
- Ey! ¿Cómo te fue el día?- Le pregunte mientras dejaba sus cosas en el armario de la entrada y volvía a la cocina.
- Bien, lo bueno de vivir en Forks es que no hay muchos delincuentes.- Charlie, trabajaba en la comisaría de Forks, era el Jefe de policía, el estaba muy orgulloso de su trabajo y yo tranquila porque como bien había dicho él, no había muchos delincuentes.
Después de cenar Charlie se fue a la sala de estar a ver un rato la tele mientras yo recogía los platos, y los fregaba.
Tras terminar mi trabajo, me despedí de Charlie y subí a mi habitación. En el prado que había encontrado por la tarde había terminado prácticamente todos los ejercicios que tenía que hacer, por lo que repasé un poco lo dado en el día y me cambie de ropa. Una vez dentro de la cama, tome mi libro de la semana, Abrazos nocturnos de Sherrilyn Keyon. Era una saga de vampiros raros, lo que más me gustaba es que la saga contaba con más de veinte libros. Y yo solo iba por el tercero, por lo que estaría entretenida por una larga temporada.
A la mañana siguiente, por fin era viernes. Después de vestirse y desayunar algo, tomé mis cosas y me fui al instituto.
Al llegar al aparcamiento, me di cuenta que había llegado un poco pronto. Solo estaban los coches de algunos profesores y  muy pocos alumnos. Me acomodé en mi asiento y puse la radio. Estuve escuchando música hasta que alguien toco la ventanilla del coche. Al abrir los ojos, me encontré a Emmet mirándome divertido.
- ¿Vives en tu coche Bella y no me lo has dicho? -Preguntó burlón.
- No seas idiota Emmet. – Le conteste cuando bajé del coche.- Llegue demasiado pronto y no había nadie.
Fuimos dentro del edificio, en el camino nos encontramos con Rose y Ángela.
- ¿Qué tal chicas?- Pregunte.
- Bien, contentas de que sea viernes por fin. Acuérdate de que me prometiste que mañana iríamos al centro comercial.
- No se me ha olvidado, Rose, no te preocupes. ¿Vas a venir Ángela? Miraremos algunos vestidos para el baile de primavera.
- Genial!! Salida de chicas.
- Entonces os recogeré a las once, iremos en mi coche, porque en el de Bella iríamos apretujadas y paso.
- Oyes, no te metas con mi coche. Es un Huevito monísimo. – Haciendo un pequeño puchero.
- Si, venga Bells, es un huevo, pero Kinder, porque tiene sorpresa cuando te monta en el asiento trasero y ¿sabes cuál es?
- No sé, sorpréndeme.
- Que no entras. -Los cuatros soltamos una carcajada, tenía su gracia, sobre todo porque era verdad.
El timbre sonó y nos dispersamos, cada uno a su clase. La mañana pasaba sin ningún altercado, pero claro, aún no había tenido clase de matemáticas con Tanya Cullen, la prima de Edward. La muy imbécil no tenía otro pasatiempo mejor que meterse conmigo, era una guerra entre bandos, unas veces gana ella y otras ganaba yo. Nunca habíamos llegado a las manos, pero ganas no me faltaban.
No entendía este pique conmigo, porque a ninguna otra persona la tenía tanta manía. Se pensaba que por ser sobrina del Doctor Cullen tenía más derecho que ninguna otra persona a vivir en este pueblo. Pero claro a ella había que sumarle  a las idiotas de sus humanas, Kate y Irina, a mí me recordaban a las hermanastras de cenicienta, por lo tontas que eran. Seguían a su hermana como las abejas siguen a la abeja reina. También estaba Lauren, que era igual que ellas. En el grupito de los Cullen También se encontraba Edward, por supuesto. El rompe bragas del instituto que traía a las nenas locas, y tan solo le costaba una simple mirada, por lo que cuando se le ocurría sonreír, las tenia lamiendo sus pies como si fuera un rey del siglo XVIII. Daba un poco de repulsa el verlas todo el día babeando detrás suya. Por último se encontraba Alice, Alice Cullen. Creo que de esa familia era la única que se salvaba. Parecía una chica normal, si no fuera por lo hiperactiva que llegaba a ser. Tenía un par de clases con ellas y había hablado poco con ella, pero era amable.
Tras el almuerzo tocaba mi clase tan esperada, Matemáticas. Cuando entre a la clase me senté en mi sitio de siempre.
- Vaya Swan, cuánto tiempo sin verte. -Dijo Tanya a mi lado.
- Si claro, desde ayer. Piérdete Tanya.
- Que genio. No deberías de sentirte tan segura sin estar con tu grupito de cuarta.
- Y tú donde dejaste a las perritas falderas que tienes por hermanas, ¿se están lavando una a la otra en el baño?
- Deberías de tener un poco de clase, Swan. Nunca se sabe cuando la vas a necesitar.
- Mira, si teniendo clase, me voy a parecer a ti, prefiero se una paleta de pueblo, gracias.
- Como te…
- Todo el mundo a sus asientos.- Dijo el profesor, cortando la siguiente frase ingeniosa que diría ella.
La clase fue tranquila, repasamos las derivadas para poder en la siguiente clase comenzar con las integrales. Eso iba a ser divertido.
Cuando salí del edificio camino del aparcamiento, estaba empezando a llover por lo que no podría ir a al prado esa tarde. Tendría que ir a casa, pero justo hoy viernes, Charlie siempre salía antes de trabajar y en casa no podría estudiar. No me quedaban muchas opciones. Aunque ya era tarde, podría echar un vistazo en la biblioteca para ver si Cullen había tenido mejores cosas que hacer y sus seguidoras no habían ido allí esta tarde.
Me di la vuelta y entre de nuevo en el edificio, no me llevó mucho tiempo llegar a la biblioteca. Abrí la puerta despacio, algo me llamaba la atención, Edward Cullen llevaba un sobre blanco en la mano y lo depositaba en la silla, donde yo debería estar sentada en esos momentos. Su cara se veía triste y por suerte o por fortuna no había nadie más allí.
Me acerqué a él con sigilo y me puse detrás de él.
- ¿Qué estás haciendo? – Mi pregunta le sobresaltó y se giró rápidamente para mirarme.
- Nada. ¿Que iba a estar haciendo? -Dijo.
- Espero que te lo hayas pasado bien. -Le dije. Viendo ahora más de cerca que el sobre que tenía en sus manos era idéntico al de mis notas. –
- No te entiendo.
- Pues está muy claro, eras tú no el que me dejaba las notitas aquí todos los días. La verdad no sé qué es lo que satisfacción le sacabas a mandarme notas.
- No es lo que tú crees. No me estaba divirtiendo de ti.
- No me vengas con chorradas Edward, no me vengas diciendo que estas enamorado de mí, porque ni me lo creo yo, ni tampoco tú. Deja de perder el tiempo y de que yo lo pierda también. – Iba hacia la puerta pero me giré.- Si venías todas las tardes  aquí a ver mi reacción o a lo que sea, puedes volver a tus actividades cotidianas y dejar que yo vuelva a las mías-. Su cara estaba inexpresiva exceptuada  por un deje de tristeza que tenían sus ojos.
Fui hasta mi coche y me fui a casa. Esto era la única cosa que me faltaba, que Cullen se estuviera mofando de mí, no sé que tenía esa familia en mi contra y porque todos la tomaban conmigo. La actitud de Tanya no la entendía, no era bonita ni extravagante, no le hacia la competencia en nada. Lo único que hacía mejor que ella eran los estudios, pero eso no parecía lo más importante para ella. Pero menos entendía a Edward, nunca habíamos sido amigos, ni siquiera había intercambiado con él más de tres palabras seguidas. Se podría decir que he hablado más con él en estos dos días que en todos los años de instituto.
Pero esas pequeñas palabras que me dirigía me hacían la mujer más feliz de la tierra. Una parte de mi corazón intentaba pensar que alguna vez él se fijaría en mí. Pero esa pequeña esperanza la perdía cuando lo veía aparecer con una de su nueva conquista. El que me ignorase y fuera invisible para él no dolía tanto como el desprecio y la burla de esa tarde. Podía soportarlo de Tanya pero no de Edward.
Cuando llegué a casa me encerré  en mi habitación y me  puse a estudiar. Tenía que adelantar trabajo para poder salir mañana de compras con Rose.
Nosotros, los Swan como nos llamaban, nos mezclábamos con todo el mundo, ni nosotros éramos mejores que nadie, ni nadie era mejor que nosotros. Lo del nombre la verdad no lo entendía, ya que Swan solo éramos Emmet, mi primo, y yo. Podríamos contar de que Rose era Swan a medias, ya que era la novia de Emmet. Luego también estaba Jessica y Ángela y el novio de ésta, Ben. No éramos un grupo muy numeroso, solo amigos que nos conocíamos desde pequeños y siempre nos hemos llevado bien.
A las diez y media de la noche me metí en la cama y en cuestión de minutos mis ojos se cerraron, pero antes de eso lo único que mi mente era capaz de procesar era unos ojos esmeraldas que no era capaz de sacar de mi subconsciente.
…………………………..
- Rose no pienso salir de aquí con este vestido y menos pienso ir al baile con esto.- Hacia más de dos horas que estábamos en el centro comercial y ya había perdido la cuenta de los vestidos que me había probado.
- ¿Rose?- Donde se había metido, maldita sea. Como medida de precaución, me había quitado mi ropa, para que si o si, tuviera que salir del probador con lo ellas me entregaban.
- Rose, no tiene gracia.- Abrí un poquito la puerta, he intenté ver por una rendija. Pero no estaba al menos no en mi campo de visión. No me quedo otra que abrir la puerta y salir a investigar.
Asomé la cabeza y mire para ambos lados, pero no estaba.
- ¿Rose?- La llamé de nuevo.
- A mi me parece que te queda genial.- Esperaba que ese comentario no fuera dirigido a mí, pero con todo y eso me gire para ver de quien se trataba.
Mis ojos no daban crédito a lo que veían, era Alice Cullen.
- Tapa lo justo y lo necesario, no me gusta.- Le conteste.
- Volverás loco a tu pareja eso tenlo por segura.- Dijo ella con una sonrisa en la cara.
- No tengo pareja, iremos en grupo como siempre.- Le dije.
- Eso está bien, yo iré con mis primas y mi hermano no lo sé, a alguien se lo pedirá como siempre.- Lo dijo como si no le imprtara.
- ¿No tuviste ningún pretendiente para el baile?- Pregunte curiosa.
- Si, pero… ninguno me agradó.-
- Esto… ¿por casualidad no habrás visto a Rosalie Hale por aquí vedad?
- Están en la parte de los complementos.- Dijo ella señalando hacia nuestra derecha.
- Genial, ahora me tengo que pasear medio desnuda por toda la tienda.- Dije para mí misma, pero en voz alta.- Gracias, iré en busca de mi ropa.- Le dije a Alice.
- Si te esperas aquí, pudo ir yo a buscarla.- La mire con los ojos de par en par.
- ¿En serio? -Pregunte sorprendida.
- Claro boba, no voy a hacer que vallas con el vestido por toda la tienda, te llamaran la atención. Espera aquí, vuelvo en seguida.- Sin más se marchó y yo me quedé asombrada por su ayuda. Siempre había sabido que Alice no era tan bruja como sus primas, pero parecía como si le hubieran comido el seso.
- No sabía que las prostitutas tenían permiso para entrar en esta tienda. – Dijo una voz chillona, la cual conocía perfectamente.
- Ni yo tampoco, por el hecho de que tu estas dentro Tanya. Anda si hasta trajiste a tus caniches, ¿También dejan entrar perros?- Dije haciendo referencia a sus dos hermanas.
- Que poca clase Swan, espero que ese vestido no seas el que vas a llevar al baile, porque harás el ridículo delante de todo el mundo.
- Si esa es la sensación que  te doy, en mi idioma eso quiere decir que me queda genial ¿verdad? Quizás lo lleve. – Me pase las manos por la parte baja del vestido, como si alisara las arrugas.
- A mí me gusta.- Dijo una voz detrás de Tanya.
- Cállate Edward nadie te pidió opinión.
- Y tú no eres nadie para hacerme callar. Porque no dejas a Swan tranquila y te vas a comprar algún modelito.
- Toma Bella. – Escuche a Alice detrás de mí.- Rose me dio la ropa, dice que te juntes con ella en las cajas. Con ese vestido.- Dijo con una sonrisa en la cara.
- Gracias Alice te debo una.
- Tranquila.- Dijo.- ¿Nos vamos Edward?- Le preguntó a su hermano.
- Claro. Adiós Swan. -
- Cullen.- Dije en modo de despidida.
Entre de nuevo en el probador, y me cambie de ropa. El vestido me lo llevaba y no porque lo hubiera dicho Rose, si no porque si Tanya dice que me queda mal, eso significa todo lo contrario. La verdad que era bonito. Era de color azul petróleo a medio muslo, iba sujeto al cuello con una cinta que iba sujeta de entre los pechos, formando así un nudo entre ellos.
Salí del probador con mi vestido en mano y me dirigí a las cajas para pagar. En principio no iba a comprar nada, íbamos a esperar una semana más, ya que todavía quedaban tres semanas para el baile. Lo bueno era que al tener ya el vestido me ahorraría otro viaje al centro comercial. No es que odiara las compras, pero no era mi pasatiempo favorito.
Después de salir de la tienda fuimos a comer, que bien no lo merecíamos. No se decidían por lo que terminamos por ir a una cafetería donde había de todo y para todos los gustos.
Yo me pedí una ensalada cesar, haciendo hueco para la tarta de chocolate de ese sitio que era espectacular. Después de comer, las chicas siguieron viendo ropas y zapatos y yo me escapé hasta una librería, por ahora tenía que leer pero nunca estaba de más echar un vistacito.
Pero para mi desgracia no llegué a la librería.
No era mucho de ir de compras, pero tengo que reconocer que tonta no soy y que cuando veo algo bonito, lo admito. Y eso fue lo que me ocurrió cuando pasé al lado de una zapatería. Había unas sandalias de tacón alto, todo el pié quedaba al aire y éste se sujetaba gracias a una cinta por encima de los dedos cubierta por piedrecitas. También se sujetaban a la altura del tobillo con otra cinta con piedrecitas y una de raso que le daría varias vueltas a mi tobillo.
Eran preciosas y no pude evitar entrar a por ellas. Miré la hora y me di cuenta que ya no tendría tiempo para ir a la librería y disfrutar un largo tiempo de la textura y olor de  los libros. Pero si me daba tiempo a ir por un café y sentarme para descansar los pies unos minutos antes de juntarme con las chicas y volver a casa.
Eran las nueve y media de la noche cuando las chicas me dejaron en la puerta de mi casa. Nos despedimos hasta el lunes ya que el domingo se me iría entre arreglar un poco la casa y estudiar para el examen de biología que tenía el lunes. Necesitaba una buena nota para que me concedieran la beca de la universidad. Aún no había decidido a cual iría, tendría que decidirme pronto ya que no disponía ya de mucho más tiempo o me quedaría sin plazas.
Cuando entre en casa Charlie aún no había regresado de su visita a los Black. Por lo que me hice un sándwich y me fui a la sala a comérmelo mientras veía un rato la televisión. No había mucho donde elegir, por lo que no tardé mucho en irme a mi habitación.
Colgué el vestido en el armario y guardé los zapatos. Me había gastado una fortuna, para ir a un baile donde ni siquiera tenía pareja. Era un poco penoso, pero aún lo sería más si este fuera el baile de fin de curso.
Siempre decía que era mejor ir sola o como en mi caso en grupo, que ir con un pedante que te arruinara la noche.
El domingo cuando me quise dar cuenta era la hora de la comida, al menos la casa había quedado un poco adecentada y podía disponer de la tarde para estudiar.
A media tarde recibí una llamada de Ángela, con intención de salir a tomar algo. Cuando había una negativa por mi parte ellos consideraban eso un sí. Tenía que estudiar por dios, y nadie lo entendía.
Una hora más tarde de la llamada de Ángela llamaron a mi puerta.
- Tengo que estudiar y no voy a salir.- Dije antes de abrir la puerta.
- O abres la puerta o llamo a Emmet para que la tire a bajo. Llevas semanas estudiando para ese maldito eximente y te lo tienes que saber mejor que el padre nuestro.
- Necesito repasar.
- Repasaras después de salir un rato.- Dijo ella después de que le abriera la puerta.- Vamos solo iremos un rato al bar del primo de Jessica, esta a las afuera del pueblo, no es como si tuviéramos horas de coche.
- Esta bien, solo un rato. Pero llevaré mi coche para venirme cuando me plazca.- Le conteste.
- Es un trato. Ahora cámbiate, que no vas a salir en chándal.
No me arregle mucho, me puse unos vaqueros ajustados, un jersey de hilo negro y unas botas negras de media caña. Me maquille un poco, me revolví el pelo. Y ya estaba lista. Tome el bolso con mi cartera, el móvil, las llaves del coche y de la casa. Salí a la calle.
- ¿Nos vemos allí?- Pregunté.
- Claro, sígueme. – Dijo Emmet desde su jeep.- Si puedes.- Sonrió como un bobo.
Cuando llegamos había bastante gente en el lugar. Pero con suerte encontramos una mesa al fondo del local.
Pedimos algunas bebidas y charlamos por un largo tiempo. Yo no hacía más que mirar el reloj de mi muñeca, hasta que Rose se mosqueó y me lo quitó. Cuando comencé a mirar la hora en el móvil, ella me miró con ojos entrecerrados, como diciendo que sabía lo que me pasaría si seguía haciéndolo. Asentí en su dirección, indicándole que había pillado la indirecta.
Los chicos salieron a bailar, era un show, ver a Emmet bailar, pero lo mejor era como la gente le seguía el rollo y al final todos terminaban como él. Envidiaba la manera que tenía de pasárselo tan bien, con algo tan simple. Aunque por nuestras venas pasaba casi la misma sangre no nos parecíamos en nada, éramos muy diferentes, pero con todo y eso nos llevábamos genial, éramos como hermanos.
La tarde iba bien, hasta que las divas entraron por la puerta apartando a la gente como si fueran la peste. Se sentaron en una mesa que gracias a dios estaba bien lejos de la nuestra porque no quería ningún altercado con ellas. No tenía cuerpo para ello. Poco después entraron los hermanos Cullen. Mire en su dirección justo cuando Alice hacia lo mismo, me saludo con una sonrisa que le devolví encantada.
- Hola preciosa ¿por qué no bailas conmigo?- Me preguntó alguien.
- Porque no me apetece, piérdete James. – Le contesté.
- Vamos estas aquí sola, tus amigos te han abandonado, baila conmigo.- Insistió él.
- Que no, pesado.- Dije levantándome de mi asiento.- Déjame pasar que quiero ir al baño.
- ¿Es eso una invitación?
- Es una invitación a que si sigues molestándome te quedaras sin descendencia. Largo.- Intenté apártalo con la mano, pero él me la sujeto, fuerte. – Suéltame.
- Se que lo estas deseando, Bella. Se como me miras cuando estamos en clase de Biología.
Si el idiota supiera que no lo miraba a él sino a Edward que está justo detrás suyo…
Intenté soltarme pero él me lo impedía.
- Vamos Bella… Dijo acercando su cara a la mía, entonces noté el desagradable olor a cerveza.
- Estas borracho y te vas arrepentir de esto,  porque Emmet viene para acá.
Me soltó de golpe sin saber que era mentira lo que le decía, pero esa  distracción por su parte me dio a mí para poder empujarlo y salir en dirección al baño.
Cuando llegué me encerré en un cubículo e intenté tranquilizarme. Tras unos minutos salí, me moje un poco la cara, me lavé las manos y salí. Volví a la mesa porque no encontré ni a Rose ni a Emmet por allí. Esperaría un poco y si no aparecía le mandaría un mensaje y me iría a casa.
- Hola Bella.
- Hola Alice.- Le contesté. Se había sentado a mi lado y no me había dado ni cuenta.
- Estas un poco sola.- Me dijo, como si eso fuera algo extraño en mí.
- Estoy esperando a Emmet y Rose. Me iré en seguida.- Le dije.
- Yo también me quiero ir, pero mi hermano está ocupado, y mis primas también. Ninguno me quiere llevar a casa.
Mira hacia la pista y allí estaba Cullen, bailando con una chica, que no conocía solo me sonaba su cara de verla por los pasillos del instituto. Debía ir a segundo curso o así. Si le llamaba el playboy del instituto era por algo ¿no? Algo en mi interior se revolvió, por lo que decidí no darle más tiempo e irme a casa.
- Si quieres te llevo, me voy ya.
- ¿En serio? Eso sería genial. Cojo mi bolso y nos vemos en la salida ¿vale?
- Bien nos vemos fuera.
Mientras caminaba a la salida le mande un mensaje a Rose para que no se preocupara, ya le preguntaría yo a esta a ver donde se habían metido todos, porque ni siquiera Ángela aparecía.
Cuando Alice salió nos montamos en el coche y nos pusimos rumbo a su casa.
- Porque tienes un descapotable con todo lo que llueve aquí.
- Mi padre lo eligió, al parecer él siempre quiso uno. Quiso realizar su sueño en mí.
- Pero no podrás quitarle mucho la capota.
- No, pero es agradable que el viento te dé en la cara, aunque ese viento sea algo frio. – Le dije entre risas.
- Me imagino que tienes razón.
No hablamos más en todo el camino, no la conocía mucho por lo que no sabía de qué hablar con ella.
Cuando la deje en su casa, se despidió y yo me marché.
Esa noche repasé un  poco antes de meterme en la cama. Y una noche más me dormí pensando en esos orbes verdes que me sacaba de mis casillas.

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