martes, 22 de marzo de 2011

Capitulo 12 "UN NUEVO COMIENZO"

CAPITULO 12

Habían pasado tres semanas desde el accidente. Fui a la consulta del doctor, me retiraron la escayola del brazo y de la pierna y me hicieron una radiografía para ver si los huesos habían soldado correctamente.
Con el brazo tuve suerte, todo estaba en orden, pero la pierna aún no estaba del todo bien, por lo que me pusieron una bota ortopédica, Al menos podía apoyarla y así moverme con mayor agilidad, bueno tanto como agilidad no se pero al menos si poder moverme sin la ayuda de nadie. Me frustraba el hecho de tener a alguien de niñera todo el día detrás de mí.
Paramos en una cafetería para desayunar algo, yo no pude tomar bocado de lo nerviosa que estaba.
- ¿Estarás contenta?  Me pregunto Edward.
- Pues sí, no sabes cuánto. Ya podré hacer una vida más normal. Podre ir a la oficina y ponerme a trabajar.
- De eso nada. Me dijo él.
- ¿Por qué? Pregunte indignada, no entendía porque no podía volver al trabajo mi brazo estaba curado y podía volver a utilizar mi mano que tanta falta había echado.
- Porque aún no estás bien, no me parece correcto que comiences a trabajar.
- Ya, y eso me lo dices como novio o como jefe.
- Como…. ¿Por qué preguntas eso?
- Porque estoy segura que quien está hablando en estos momentos es mi novio y no mi jefe.  Porque la verdad si cada vez que tus empleados enferman o tienen algún tipo de accidente tu no los dejas volver hasta que no están curados del todo, irías a pique.
- Te hablo como jefe y como  novio.  Lo dijo bastante serio, tanto que casi me lo creí, pero eso no era cierto.
- puedo escribir perfectamente, además déjame recordarte que me contrataste porque estabais faltos de personal y dabais abasto con todo el trabajo.
- Hemos agrandado la plantilla, tenemos un gran grupo. Parecia que no iba a ceder, pero ami se me había ocurrido algo.
- Cual es el problema ¿qué trabaje en la oficina? Pregunte.
- Si.
- Vale, entonces no lo haré. Su cara giro bruscamente, me imagino al no creer en mis palabras, normalmente no daba mi brazo a torcer tan fácilmente, pero esta vez tenía un as bajo la manga.
-¿En serio? Pregunto sorprendido.
- Claro, no trabajare en la oficina, ¿Eso está bien para ti?
- Claro, me parece perfecto. Dijo con una gran sonrisa en su cara.
- Bien, hare que me manden los proyectos por email, y trabajare en casa tranquilamente. Sus ojos se abrieron como platos.
- No era en eso en lo que habíamos quedado. Dijo.
- Dijimos que no iría a la oficina, no dijimos nada de no poder trabajar en casa. Asique asunto arreglado.
- No dejare que te manden nada, ¡Tienes que descansar!
- Estoy perfectamente Edward, y en casa me aburro. Tú decides o voy a la oficina o me mandan los trabajos por email. ¿Qué dices?
- No necesitas trabajar, al menos no hasta que te recuperes del todo.
- Necesito trabajar, no puedo estar más tiempo sin cobrar. Tengo gastos, tengo mi piso y el casero quiere cobrar todos los meses, además de la luz, agua, teléfono… La semana pasada cuando estuve ablando con mi abuela… se que necesita dinero y soy la única que la puede ayudar, no voy a dejar que pase penurias, solo porque a ti no te apetezca que vaya a trabajar. Necesito ganar un jornal.
- Los gastos del piso los veo innecesarios, estás viviendo ahora conmigo, no necesitas estar pagando un alquiles más los gastos que estos acarrean. Dijo él.
- No quiero tener que ponerme a buscar un piso nuevo cuando me valla de tu casa. Me gusta la zona donde este está situado, es bastante amplio para mí y tiene un precio razonable, no vaya a perder ese piso, me gusta.
- Pero eso no sería necesario.
- El ¿qué? Pregunté.
- El tener que buscar otro piso, podrías quedarte en el mío.
- ¿Así? Me alquilarías una habitación, o ¿qué?
- Por supuesto que no, viviríamos juntos, como una pareja.
- ¿Perdona? Pregunte confusa, ¿me estaba proponiendo que me fuera a vivir con él?
- Pues que quiero que te quedes a vivir con nosotros Bella. Yo me he acostumbrado a dormir a tu lado y no creo que pueda hacerlo si tú no estás a mi lado. Anne está feliz de tenerte en casa, eres la madre que ella nunca tuvo.
- No te ofendas Edward, pero no creo que esas sean las razones correctas para vivir juntos.
- ¿Como que no? Bella… Dijo tomándome de la mano. Yo te quiero Bella, no quiero estar separado de ti nunca. No veo un futuro en el que tú no te encuentres a mi lado.  Mis ojos se llenaron de lágrimas por la emoción, lo amaba tanto y lo mejor de todo, era correspondido.  – No quiero vivir sin ti ni ahora ni nunca. Por favor… Quédate a vivir aquí, si vemos que no funciona, cosa que me extraña, yo mismo te ayudaré a buscarte otro piso y todo volverá a ser como era antes.
- Esto es un gran paso Edward, estás seguro? Pregunte dubitativa, la verdad, si tenía que ser sincera, me encantaba la idea de quedarme a vivir con él.
- Se que es un gran pasó por eso quiero darlo. Esas palabras sonaron muy seguras en él.
- Creo que tendríamos que hablar con Anne, es un gran paso y a ella también le afecta, si ella no tiene problema, yo tampoco.
- Eso es un ¿sí? Pregunto esperanzado.
- Es un sí, si Anne dice que sí, no me quiero imponer a ella. Le dije.
- Ella estará encantada. Dijo muy seguro.
- Bueno, ya lo veremos, pero te quería pedir una cosa.
- Lo que quieras.
- Me gustaría se yo la que hablara con ella. Quiero estar segura de su decisión.
- Por mí no hay problemas.
- De todas maneras aún queda el problemilla de mi abuela, y con eso no voy a pasar por el aro, Edward. Tengo que trabajar. Además quiero pagarte parte de los gastos de la casa.
- Vamos hacer un trato, dejare que te manden algo de trabajo, pero algo, no quiero que te agobies ni nada,  quiero que estés tranquila para que tu recuperación sea plena. Pero a cambio, nada de pagar gastos. Eso no lo voy a permitir.
- No me parece correcto.
-Pues a mí me parece perfecto. Dijo con su sonrisa torcida.
- Discutiremos este problema cuando estemos realmente seguros de que voy a vivir aquí.
Él simplemente rodó los ojos.
Edward se tomo todo el día libre para estar conmigo.
Cuando salimos de la cafetería Edward insistió en ir a casa para que pudiera descansar, para que él estuviera feliz tenía que estar tumbada en la cama todo el día o en su defecto hacerlo en el sofá de la sala de estar.
Estaba aburrida, menos mal que a partir de mañana tendría trabajo que hacer. Nos recostamos en el sofá y pusimos una película. Como casi siempre me ocurría, me quedé dormida en toda la acción. Con tantas pasillas para el dolor como me daban me dejaban cao, drogada todo el día.
Noté unos suaves labios posados sobre mi mejilla.
Abrí los ojos lentamente, para encontrarme un par de ojos verdes mirándome con diversión.
- Siento haberte despertado Bella. Me dijo Anne.
- Tranquila cariño, no pasa nada, ya era hora que me despertara, si no esta noche no voy a poder descansar. ¿Dónde está tu papá?
- Ha ido a por la comida, ha intentado llamar por teléfono cuando hemos llegado, pero el teléfono estaba siempre comunicando, me ha dicho que te despertara dulcemente, un poco más tarde, pero…
- No pasa nada, no me han despertado de esta manera tan dulce…. Nunca.
- ¡Qué Bien! Papá estará contento.
- Por supuesto que sí. Dije mientras la abrazaba y la tumbaba a mi lado.
-¿Que tal el cole?
- Bien. Dijo algo seria, para como normalmente ella estaba.
- Te pasó algo en el colegio cariño.
- Yo… Mi mamá no me quiere. Dijo haciendo un puchero, sus ojos se anegaban de lágrimas.
- Pero tienes a tu papá el te quiere por los dos, él te adora cariño.
- Si, yo también lo quiero mucho, pero mi mamá… no me acuerdo de ella.
- Eso es normal, yo tampoco me acuerdo de las cosas que hacia cuando tenía tu edad.
- ¿De verdad?
- De verdad.
- Yo no te quiero olvidar, Bella.
- Porque lo ibas hacer?
- Cuando tú también te vayas. Yo después ya no me acordare de ti. No te quiero olvidar.
- Si tú no quieres, yo no me iré a ningún lado. Dije apretando mis brazos alrededor de ella.
- Pero papá me explico que cuando tu pierna y tu brazo estuvieran curados, te irías a tu casa otra vez.
- Pero también me puedo quedar.
-¿De verdad? ¿Te quedarías conmigo y con mi papá? ¿Para siempre?
- Todo el tiempo que vosotros queráis que me quede.
- Para siempre, Bella. Quiero que te quedes conmigo para siempre. Contento apoyando su cabecita sobre mi pecho. Algunas lágrimas traicioneras se escaparon de mis ojos.
- Entonces será para siempre.
- Tú, ¿Quieres ser mi mamá, Bella? Esa pregunta me sorprendió. ¿Quería ser yo la madre se esté angelito?  Claro que sí, era algo que llevaba bien clavado en mi corazón.
- Si tú quieres que yo sea tu mamá yo estaré encantada.
Ambas levantamos la cabeza al sentir el ruido de la puerta. Por ella apareció Edward cardado con un par de bolsas, donde me imagino que estaba nuestra comida.
Nos sentamos los tres en la mesa y comimos tranquilamente. Edward vio la sonrisa que Anne tenía en su cara, me miro preguntándome en silencio lo que había ocurrido. Simplemente asentí con la cabeza con una sonrisa en mi casa, pero no tan grande como la que tenía él cuando supo a que me refería.
Pasamos la tarde en familia, nos costó bastante trabajo convencer a Edward para ir al parque, pero al final lo conseguimos. Anne estuvo un  rato jugando a la pelota con Edward mientras yo los miraba desde un banco donde Edward me había acomodado. Cuando algunos amiguitos del cole aparecieron Anne abandono a su padre para ir a jugar con sus amiguitos. Edward se sentó a mi lado.
- Bueno me vas a contar que es lo que habéis hablado? Pregunto curioso.
- No sé si lo notaste, pero llego algo triste del cole.
- Si, sé que algo raro le ocurría, pero cuando le pregunte me dijo que no era nada.
- Estaba triste porque, echa en falta a su madre. Tenía miedo de que yo también la abandonara, no quiere olvidarse de mí como ha pasado con su madre. Por lo que hemos quedado en que no me iba a marchar nunca, ¿qué te parece?
- Prefecto, simplemente perfecto.  Echo su brazo por encima de mis hombro, aproveche para poner mi cabeza sobre su pecho.
- También me pregunto si yo quería ser su madre.
- ¿Y qué dijiste?
- Si ella está feliz teniéndome como madre, yo lo estaré más tendiéndola como hija.
- Te adoro, no creo que haya ninguna persona tan buena como tú en todo el mundo.
- No me digas esas cosas que me voy a poner roja. Le dije en broma.
Volvimos a casa para la hora de la cena, hicimos unos sándwiches y una ensalada. Bañamos a la niña y la acostamos. Lo mismo hicimos nosotros pocos minutos después.
El tiempo pasaba y yo no me daba cuenta. Hacía algunos días que ya me habían dado el alta, solo tenía que ir un par de veces en semana a rehabilitación, pero yo esta la mar de feliz.
El cumpleaños de Anne se acercaba y Alice estaba como loca organizándolo todo, con ayuda de Esme. Estaba las dos en su salsa.
Una tarde que pude escaparme pronto del trabajo, fui hasta el centro comercial para comprarle su regalo. Di muchas vueltas y no encontraba algo que realmente me gustara de verdad, estaba yendo hasta el coche, cuando lo vi.
Al final decidieron que la fiesta se celebraría en el jardín de la casa de Esme. El sábado por la mañana unas horas antes de que los niños comenzaran a llegar, fui a ayudar a las chicas mientras Edward entretenía a Anne hasta la hora acordada. Cumplía cinco añitos, era ya una mujercita. Mi vida había cambiando mucho desde que me encontré con esa pequeña niña en mitad de la calle. Tanto que ya no podía imaginar mi vida sin ella o sin su padre.
No me dejaron hacer mucho, llevaba cosas de un lado para otro, pero al menos el día se me pasó rápido.
Los niños empezaron a llegar y pocos minutos después llego la anfitriona, la reina del cumpleaños.
Todo fue genial, algunos niños se pelearon, pero nada que destacar. Había muchos globos colgados por todo el patio trasero, guirnaldas de colores… la hora de la tarta había llegado. A petición suya era  glaseada de fresa y nata, además tenía algunas princesas a su alrededor.
Al terminar todos los niños se pusieron en fila para darle su regalo. Le dieron de todo, bolsitos, juegos de mesas, libros, peluches, muñecas. Su padre con mi ayuda le compró una gran casa de muñeca de madera, hecha artesanalmente de color rosa.
Mi turno llego y me acerque a ella. Edward quedó algo sorprendido, porque supuestamente la casa era de los dos, pero yo quería darle mi pequeño detalle. Me puse en cuncliya para estar  a su altura.
- Bella!! ¿Te gusto la fiesta?
- Estuvo preciosa.  Ten, este es mi regalo, espero que te guste.
Tomo la pequeña caja en sus manos y rompió el papel con bastante entusiasmo.  Dio un gritito al ver su contenido. Era una cadena de oro blanco, un corazón con una pequeña piedrita rosa en el centro. Abrió el corazón para ver su contenido. Había una foto de las dos en un lado, una foto que sacamos uno de nuestros viajes al parque. En el otro lado una foto de los tres, nosotras y Edward.
- Me encanta!!! Dijo lanzándose a mis brazos.
- Así no podrás olvidarte de mí. Le susurre en el oído.
- Gracias Bella, Te quiero mucho.
- Yo también, cariño.


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